viernes, 29 de junio de 2012

Un poco de todo (XIX)


- Le dieron el alta por fin a Miguel Ángel en el Hospital de Día, y de forma inesperada, pues nos lo comunicó Jesús, su psicólogo, en el transcurso de la última cita mensual, sin previo aviso.

La premura tiene sus motivos: pese a haber sido advertido en varias ocasiones de que no está permitido mantener contacto de ninguna clase con antiguos pacientes del Hospital, él se comunicaba en Tuenti con unas chicas que habían sido expulsadas hace tiempo. Por qué le costará tanto a la gente joven respetar las normas. Se puede decir que de este modo se ha licenciado con deshonor.

Jesús nos comentó que en realidad Miguel Ángel estaba muy inactivo últimamente, y que ya se encuentra en situación de afrontar la vida y desenvolverse por sí mismo. Los meses que aún le restaban de tratamiento los puede utilizar en el futuro, si le hicieran falta.
Miguel Ángel echó unas lagrimillas, intentó justificarse, y de nada le sirvió. Más que nada por la sorpresa, y porque de repente tenía que romper con todo un mundo en el que se hallaba inmerso desde hace poco más de año y medio, y que es una forma de vida muy intensa, única. En el Hospital ha reído, ha llorado, ha conocido el amor, ha despertado al mundo en todos los sentidos. Le ha pasado como a los concursantes de Gran Hermano, mientras están allí dentro todo se magnifica. Pero la vida real está ahí fuera, y es otra cosa.

Cuando al día siguiente acudió Miguel Ángel allí, citado individualmente por Jesús, volvió a echar más lagrimitas y le dijo cuánto suponía el Hospital para él, lo importante que era. En realidad ya está preparado, el pajarito ya se ha hecho lo suficientemente mayor como para emprender el vuelo lejos del nido, aunque él hubiera querido poder salir de otra manera, y despedirse de los compañeros como lo hacen todos los que se marchan, con honor.

Ahora está más relajado, parece que ya se ha hecho a la idea. El futuro está a la vuelta de la esquina, en cuanto acabe el verano y comience el próximo curso, en el que aprenderá cosas nuevas que nada tienen que ver con lo experimentado antes. Todo está aún por hacer, y vamos a mirar hacia adelante con ilusión.

- Y el que sí ha sido objeto de honores es Ángel, mi cuñado, que ha recibido la semana pasada una condecoración por su trabajo, después de varios años currando a base de bien. Méritos no le faltan, y para él ha sido algo muy importante, el reconocimiento a una labor.

Para la ocasión se vistió con su mejor traje, calzado, gemelos, en fin, que no le faltaba detalle, y lució en las fotos marcando estilo. Todos los que estaban a su alrededor empalidecían a su lado.

Lo que a él le interesa sobre todo es que esto es una nota muy favorable en su expediente y le da más puntuación a la hora de pedir otros destinos, porque trabajar va a seguir haciéndolo como hasta ahora. Cuánto me alegro por él, ya era hora. 

- El otro día veía Cayo Largo, película lenta y tediosa donde las haya, con la inagotable temática de los gángsters como telón de fondo, que tanto dio de sí en los 40-50 en el cine negro norteamericano. Bogart hacía su habitual papel de duro, pero en esta ocasión con buen fondo. Esta pequeña variante constituye el único aliciente de tan famoso film, además de que trabajara al lado de su mujer, Lauren Bacall. Pero lo que a mí me llamó la atención, por 1ª vez después de verla en tantas otras ocasiones, es que la acción transcurre en un calurosísimo verano, y todos los personajes aparecen con manga larga, a pesar de lo mucho que están sudando.

Lo cual, por esas extrañas asociaciones de ideas que tengo con frecuencia, me llevó a pensar en Vicente del Bosque, el otro día en el partido que enfrentaba a España y Portugal. Con el calor que estaba haciendo y los nervios que pasó, no se quitó la chaqueta ni por un momento, aún cuando sudaba sin cesar. En la boda de mi hermana pasó algo parecido, y eso que estábamos a mediados de julio y la temperatura era sofocante.

¿Seguimos quizá atendiendo a las normas de etiqueta más tradicionales, a pesar de todo?. Es agradable comprobar que es así, aún cuando al trajeado le toque sufrir un poquito. A eso lo llamo yo aguantar el tipo, y de eso sabe mucho Bogart, y por qué no, un entrenador de fútbol como Del Bosque.

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