viernes, 31 de mayo de 2013

Ilustradores (XII): Massimo Carnevale


Este ilustrador romano trabaja para la industria americana del cómic desde hace una década. Ha recibido por sus magníficos trabajos varios premios internacionales.

Además realiza brillantes retratos de grandes figuras del cine, y portadas publicitarias.






jueves, 30 de mayo de 2013

El incierto futuro académico de nuestros hijos


Me sorprende sobremanera la forma como se ha complicado ésto de la educación. Ahora que Ana, mi hija, va a pasar a 4º ESO, tiene que elegir lo que llaman un “itinerario formativo”, que era lo que antes denominábamos ciencias, letras puras o mixtas. Y qué itinerario, más bien es un vía crucis. Ya no te puedes librar de las Matemáticas, da igual el camino que elijas. Sólo por eso me alegro de no haber tenido que estudiar en estos tiempos.

Yo que soy de letras puras, bendigo aquel Latín, Griego, Literatura, Historia y Filosofía de entonces. Aunque los dos primeros no se me daban especialmente bien, eran para mí pozos de sabiduría infinita, pues es en las lenguas antiguas donde se descubre la esencia de las palabras, el origen de muchas cosas. Y en la Filosofía me adentré, gracias al original modo de explicar del profesor que tuve, en las raíces del pensamiento, donde miles de ideas bullen a pesar de los muchos siglos que han pasado, para contagiarnos de su fuerza y modificar nuestra mente.

Por eso siento que Miguel Ángel, mi hijo, no tenga oportunidad de seguir esos estudios, pues la opción que tuvo que escoger va por derroteros más prácticos. Su espíritu se habría enriquecido sobremanera, aunque sean materias con escasa aplicación en la vida corriente. Ahora se le da mucha importancia a la utilidad material de todo, y olvidamos aquello que va más allá de nosotros mismos.

Miraba él con tristeza hace poco las fotos de los compañeros que tenía en su anterior instituto, antes de seguir él otros derroteros, que habían hecho su fiesta de graduación de Bachillerato. Iban todos muy elegantes, ellos con traje y ellas con vestidos negros con transparencias. Él tendría que haber estado ahí, pero las cosas rara vez salen como uno se las propone. Le dije que, hiciera lo que hiciera en la vida, lo hiciese de corazón, y que no hay una única opción válida para todo. La verdad es que los que han conseguido graduarse son los elegidos para la gloria, porque al llegar al Bachillerato la mayoría de los estudiantes prefieren irse a otros institutos donde no es tan difícil aprobar. 

Ana se lamentaba de tener que abandonar la Biología si elige un itinerario de letras. Esta compartimentación del conocimiento es excesivamente rígida, y te obliga, ya desde mis tiempos de estudiante, a dirigirte hacia unos caminos determinados y a relegar otros que también son interesantes. Yo quería liberarme de la Física, la Química y las Matemáticas, que eran una cruz para mí, una rémora, una piedra atada al cuello que me impedía avanzar, pero eché de menos las Ciencias Naturales, que entonces abarcaban muchas materias que ahora se estudian de forma independiente: Biología, Geología, Antropología, etc.

Además el itinerario elegido ahora condiciona a su vez las opciones al llegar al Bachillerato, de modo que desde muy joven debes tener una idea muy clara de lo que quieres hacer en el futuro, porque las elecciones escogidas permiten muy pocas salidas después. Antes el abanico de posibilidades a la hora de estudiar en la universidad era muy claro y amplio según si hubieras estudiado ciencias o letras. Ahora hay carreras que antes se consideraban de letras o en las que daba lo mismo qué rama se hubiera escogido, como la que yo estudié, Periodismo, y actualmente tienes que haber elegido un itinerario en particular que no sé muy bien a qué corresponde ya, sino te cierran las puertas. Es el encorsetamiento absoluto de la enseñanza superior.

Nos dieron a los padres una charla en el gimnasio del instituto sobre esto de los itinerarios de 4º ESO. Siempre que voy allí recuerdo con nostalgia los tiempos en que yo era alumna. Ya había visto anteriormente que la pequeña capilla ya no se utiliza, sus puertas correderas están siempre cerradas. Probablemente la habrán desmantelado. Las escaleras que había a continuación, para bajar a la zona donde hacíamos la gimnasia, están ahora casi en su totalidad cubiertas por un escenario. Unos focos cuelgan del techo, y un telón de fondo cubre las puertas de la antigua capilla para ambientar las representaciones teatrales y los conciertos, cosas que antes no existían. Ya no existen las cuerdas ni la escala que colgaban del techo por las que había que subir. Yo nunca fui capaz, aquella me parecía una gimnasia muy dura.

El orientador se explicó, como suele ser habitual en él, como un libro cerrado. Su intención siempre es buena, pero la claridad de sus ideas es escasa. Nos había puesto sobre una pantalla desplegable una diapositiva en la que aparecía lo mismo que en el papel que repartieron entre todos, un esquema con todas las posibilidades. A pesar de sus esfuerzos, cuando al final le empezaron a preguntar cual sería el itinerario adecuado para tal o cual carrera, se lió con explicaciones intrascendentes con las que pretendía enmascarar sus escasos conocimientos sobre el tema.

Si ni los mismos docentes pueden desentrañar los misterios que el Mº de Educación ha tenido a bien elaborar para que nos devanemos los sesos, difícilmente vamos a poder nosotros, pobres padres, perdidos en un marasmo de posibilidades imposibles. Espero que nuestros hijos lo tengan más claro, porque este es el momento de las decisiones, a partir de aquí todo en la vida dependerá de las muchas opciones que vayan eligiendo o descartando.

Al final de la reunión nos dirigió unas palabras Luisa, una de las jefas de estudio, para comunicarnos que ese iba a ser el último año que estuviera en el centro, porque ya se jubila. Me sorprendió mucho la noticia, pues no aparenta la edad que tiene. Mujer férrea, disciplinada, de las que te sostienen la mirada sin pestañear, ha sido la persona adecuada para un puesto difícil en el que pocos podrían haber permanecido tanto tiempo como ella, 25 años según nos dijo. Haciendo cálculos entró en el instituto 4 años después de que yo pasara por allí. No sé cómo ha podido aguantar esa presión tan grande, pues era la encargada, junto con Mª Ángeles, de mantener el orden y el cumplimiento de las normas, algo que en la actualidad es mucho más complicado de hacer que en los tiempos en los que yo estudiaba.

A Ana no le simpatizaba precisamente, sobre todo porque perseguía el humo de sus cigarrillos por los aseos. Con Miguel Ángel, sin embargo, no tengo más que agradecimientos para ella. La imagen que tenía de su persona se me vino abajo el día que nos reunimos con las jefas de estudio y el orientador para tratar el tema de Miguel Ángel, cuando fue baja médica en el instituto para iniciar sus tratamientos y después no sabíamos muy bien qué debía estudiar.
Luisa nos reveló su lado más humano en esa ocasión. Con una comprensión clarísima acerca del problema y del estado emocional de Miguel Ángel, y una empatía que yo creo que mi hijo no ha tenido muchas veces ni siquiera en su propio entorno familiar (excluyéndome a mí, claro). Ignoro si ella es madre, pero habló de una manera tan profunda, tan conocedora de los claroscuros del alma humana y de las necesidades de los chicos en general, que me llegó al corazón. Miguel Ángel se ha pasado por allí en un par de ocasiones después y ha charlado con ella distendidamente, algo que ella mencionó en la reunión verdaderamente encantada. Debe ser grato para alguien que es considerado el “coco” poder tratar con alguien que se acuerda de tí y te trata con deferencia.

Mª Ángeles, la otra jefa de estudios, que es más joven, también se va el próximo curso, a otro instituto. Ambas eran los “huesos duros de roer” del centro, aunque esa era su función, hacían un trabajo que la mayoría no quiere hacer. Mª Ángeles, siempre con su aspecto tan fashion, aunque poco agraciada de cara, daba una de cal y otra de arena cada vez que hablaba con ella. Muy dura también en las distancias cortas, pero conociéndola se termina percibiendo su humanidad. Muy inteligente y observadora, a mis hijos los conocía y comprendía casi tanto como yo.

Lamento estas marchas, pues son personas que por su valía son difícilmente sustituibles. Ana está muy contenta, cómo no, pero a mí me produce tristeza. Me pregunto qué será de nosotros con todos estos cambios, con este inextricable futuro educacional que se nos presenta. Como dice una amiga mía, por mucho que queramos trazarnos un plan en la vida, al final las circunstancias nos llevan de un lado a otro, como una bola de pinball.

miércoles, 29 de mayo de 2013

James Arthur


Se suele ver con malos ojos a los cantantes que alcanzan el reconocimiento público ganando concursos. Aquí en España, tras una breve etapa de popularidad, terminan cayendo en el olvido o marchándose a algún país de Sudamérica donde lo nuestro, por lo general, suele gustar mucho. No cuidamos nuestros talentos, no respetamos a los artistas que una vez encumbramos. Parece como si todo formara parte de un gran montaje, vacío de contenido, que aprovecha únicamente el tirón mediático para luego terminar abandonando al ídolo en poco tiempo, como si fuera un objeto de usar y tirar, sólo para explotarlo y sacarle beneficio, sin respeto por sus cualidades y sus valores.

Por eso me maravillo cuando veo en Inglaterra la acogida multitudinaria de James Arthur con Impossible. Un chico que tampoco es inexperto, pues lleva años dedicado al mundo de la música, tocando en bandas y cantando en solitario, componiendo desde los 15 años, pero al que, a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que posiblemente si no fuera por esta oportunidad que se le ha dado seguramente no habría logrado sobresalir. Ya sólo por el aspecto que tiene echaba un poco para atrás.

En uno de los videos que circulan con su canción aparecen diversos momentos de su participación en el concurso que le ha hecho famoso, Factor X. Se ve cómo va superando las distintas fases, cómo a la incertidumbre y la tristeza al pensar que no lo iba a lograr le sigue la alegría por cada triunfo conseguido.

En este tipo de programas lo que se busca ante todo es conmover al personal. Y si hay algo que James Arthur sabe hacer bien además de cantar es conmover, sobre todo a las mujeres. Viéndole al principio nadie hubiera dado un duro por él. Entrado en carnes, con los típicos ojos de mirada dulce de los miopes, grandes gafas de culo de vaso y la boca abierta casi todo el tiempo, como si le hubiera dado un aire de forma permanente, su transformación fue paulatina y sorprendente. De tener pinta de carnero, de frikie alelado y tatuado con pinta de consumidor compulsivo de comida basura, pasó poco a poco a mejorar su imagen: la forma de vestir, el uso de lentillas, un peinado más estiloso. Su apariencia tierna y melancólica y el enorme potencial de su voz hicieron el resto. Aunque el aire tristón no se le ha quitado pese a los triunfos.

A Rosa, la 1ª ganadora de Operación Triunfo, le pasó lo mismo, aunque aún más espectacularmente. De cómo era ella a como es ahora hay un abismo, por lo menos en lo que al aspecto físico se refiere. Luego hay casos, como el de Susan Boyle, que tienen poco remedio, siempre expuestos a las burlas de los demás. Sólo su voz prodigiosa la salva de morir quemada en la hoguera del rechazo social.

Hay otro grupo que me encanta, One Direction, que por lo visto también salió de Factor X. Estos programas parecen una mina inagotable de talentos, y a veces triunfan quienes menos te esperas.

De momento ahí están James Arthur y esa canción, Impossible, que me pone la carne de gallina cada vez que la escucho, una sensación muy parecida a la que tengo cuando oigo a Adele. Qué tendrán estos frikies virtuosos que nos producen emociones tan intensas. 

martes, 28 de mayo de 2013

En el estanque Dorado


Hacía mucho tiempo que no veía En el estanque Dorado. Como nada de lo que echaban en televisión me gustaba, hice un repaso mental a las películas que me apetecería visionar, y no tardó en representárseme ésta como favorita. Consulté Internet y la vi on line. Y qué rato más bueno pasé.

La tenía grabada en video hace años, aunque la cinta estaba tan deteriorada por el paso del tiempo y la cantidad de veces que la vi que fue un gusto poder contemplarla con la nitidez de su imagen original, llena de lirismo.

Al contrario que en otras ocasiones, la disfruté sin el temor que me solía asaltar por la salud del protagonista, pues aunque sabía que nada le iba a suceder, sufría con sus achaques y un medio infarto que le daba casi al final de la película. Ahora vivo la historia con la misma intensidad pero con una visión más general. Adoro a los personajes de esta película.

Ya nada más empezar, con esas panorámicas del lago reflejando la luz y los estados del día, los sonidos del bosque, el interior de la casa, toda de madera, te sientes transportada a un lugar que es como un paraíso, un remanso de paz. La placidez del hogar, la decoración que tiene, con esos estantes corridos a lo largo de la pared sobre puertas y ventanas, llenos de libros, para aprovechar el espacio, son detalles que me encantan. Los pequeños rincones llenos de recuerdos y de objetos peculiares crean una atmósfera cálida y confortable.

Henry Fonda estuvo glorioso en el que sería su último papel antes de fallecer. Pudo llevarse el Oscar de ese año, que recibió en su casa rodeado de sus seres queridos porque ya no se podía mover. Su personaje, Norman, es en muchos aspectos un trasunto del propio actor, sobre todo por su tempestuosa relación con su hija, Chelsie, encarnada por su vástaga también en la vida real. Henry Fonda y Jane llegan a un entendimiento, dentro y fuera de la pantalla, enterrando sus respectivas hachas de guerra, después de toda una vida de enfrentamientos. Jane ha sido siempre una mujer muy libre que ha hecho lo que creía conveniente, aún en contra del criterio más conservador de su padre. Ser testigo de su reconciliación, sabiendo que a él le quedaba ya poco tiempo de vida, es conmovedor. Se parecen tanto físicamente que es como si se miraran en un espejo.

Katharine Hepburn está grandiosa, como es habitual en ella. Su personaje, Ethel, es el tipo de mujer al que muchas aspiramos a ser algún día, alguien inteligente y con mundo, con una visión de la vida abierta y libre, una mezcla de temperamento y ternura. Me gustaría tener a alguien así en mi entorno, es muy inspirador, y muy tranquilizador, sería como la roca firme que te sostiene en los momentos difíciles.

El diálogo de Ethel con Chelsie es muy significativo, está lleno de sabiduría. Su hija se lamenta por la mala relación con su padre, incapaz de superar el pasado. Ethel le dice que él no es capaz de mostrar sus sentimientos fácilmente, y que de todas maneras quién no ha tenido tristezas en su infancia que hay que superar. “No dejes que eso eche a perder tu vida. Yo nunca miro atrás, y te sugiero que hagas lo mismo”.

El joven actor que interpreta al niño que convive con ellos durante un tiempo pasó sin pena ni gloria después de hacer esta película, pero durante el rodaje fue el contrapunto ideal a la actuación de la pareja protagonista, y permitió diálogos hilarantes llenos de resonancias. Al principio responde con sarcasmos a las ironías de Norman:

- He oído que hoy cumples 80.

- ¿Eso has oído?

- Sí tío, eso sí que es ser viejo.

- Sí… Deberías conocer a mi padre.

- ¿¡Tu padre aún vive…!?

- No. Por eso deberías conocerlo.

El actor que interpreta al padre del chico, Dabney Coleman, veterano también, tiene una actuación estupenda, sobre todo con el monólogo que le dirige al protagonista a poco de conocerlo, pues no deja de poner a prueba su paciencia.

He leído que el Henry Fonda anciano recuerda mucho al Clint Eastwood mayor, y es curioso porque yo pensé lo mismo. No porque tengan un parecido físico, pero sí una manera de moverse y de actuar muy parecida en la vejez, o quizá sea el tipo de papel que interpretan, viejo cascarrabias con un corazón de oro.

Jane Fonda tiene ahora pocos años menos que tenía su padre cuando rodaron esta película. Recuerdo un artículo, cuando él falleció, Papá Henry, que hablaba con enorme sensibilidad de la relación de los dos. Para el actor fue el broche de oro a una muy larga carrera, por el Oscar que se llevó y por lo maravilloso de la cinta, ambientada en un paraje incomparable.

Una de las cosas que más me ha gustado siempre de esta película es cómo afronta el tema de la vejez y la muerte sin tapujos, con realismo y delicadeza al mismo tiempo. Henry Fonda muestra con maestría las incertidumbres, miedos y debilidades que nos asaltan cuando llegamos a esa etapa de la vida. Él pretende parecer fuerte y desenfadado, pero es a su mujer, Ethel, a quien confiesa sus tribulaciones, con un punto de orgullo herido y tristeza al comprobar el deterioro que el paso de los años ha obrado en él. No se resigna, no quiere aceptar que poco a poco debe ir despidiéndose de la vida, de todo lo que ama.

Hay personas que cuando se van dejan un gran vacío. Henry Fonda y Katharine Hepburn son algunos de ellos. Trabajos como En el estanque Dorado es el legado que nos dejan, del que seguiremos disfrutando ya para siempre.

viernes, 24 de mayo de 2013

Para Ricardo


Se nos va Ricardo. Otros horizontes laborales le esperan, y nos deja aquí al resto, sumidos en la rutina del trabajo que él nos amenizaba con sus ocurrencias y su humor.

No tardando mucho seguiremos otros su ejemplo, pero ahora él lo ha decidido así, y es esa iniciativa la que le honra, pues cuántos son los que se adocenan en un puesto indefinidamente por temor a los cambios.

Son unas cuantas las compañeras de trabajo, algunas de ellas ahora amigas, a las que nunca podré olvidar, pero compañeros sólo dos: Paco, al que conocí hace muchos años y que ya falleció, y Ricardo. Ambos, personas tan diferentes en apariencia, tienen en común sin embargo dos cosas: su sensibilidad y el hecho de ser personas entrañables.

Trabajador, cumplidor de sus obligaciones, solícito, paciente a la hora de enseñar el trabajo al que llega nuevo, extremadamente educado, dulce y sentimental. Nostálgico empedernido, es un pozo sin fondo de añeja sabiduría, y todo lo abarca: Historia, cine, ciencia, literatura… Ricardo es como una esponja que absorbe los conocimientos, y su memoria retiene los datos como si de una enciclopedia del saber universal se tratara.

Siempre nos sorprende, en los ratos de conversación, con hechos y personajes desconocidos para la mayoría de los mortales, ilustrándonos ampliamente sobre ellos. A mí me ha dado lecciones de Historia de España, la guerra civil sobre todo, en las que se explaya a gusto por ser materia que le apasiona, y cuando esas disertaciones en contadas ocasiones se prolongan más de lo habitual en él, tímido inconfeso en el fondo, descubrimos en ellas al auténtico Ricardo, un ser lleno de variadas reminiscencias, de sentimientos profundamente arraigados, de pensamientos largamente elaborados a lo largo de años de reflexión.

Sus opiniones son tan particulares que siempre deseamos oírlas, porque su originalidad nos divierte y nos amplía nuestra visión del mundo. Su sentido del humor, inteligente y agudo, no está exento de chascarrillos que suenan a épocas pasadas que ya no volverán. Cuando él habla no lo hace en balde, es interesante todo lo que dice, y si luego cree haberse precipitado y equivocado en alguna de sus afirmaciones no duda en deshacerse en disculpas.

Su modestia no tiene límites, pues aún siendo alguien no exento de dignidad y pundonor, su sencillez le impide reconocer sus cualidades. Estupendo dibujante de caricaturas, en las que vuelca su enorme imaginación, su ternura y su sentido del humor, su vena artística nunca estará lo suficientemente explotada, relegada a un 2º plano, como les ocurre a tantos artistas anónimos llenos de talento y versatilidad.

Su sentido de la justicia es un afilado acero en el que queda ensartado todo aquello que le parece inmoral o detestable, y a su buen criterio pocas cosas escapan de esta consideración, ni siquiera él mismo. Su forma de ver el mundo me recuerda a la de los niños, cuya inocencia aún no ha sido mancillada con la malicia de los adultos. Él ha sabido preservar su ingenuidad a pesar del desgaste de la vida, y en ese sentido su alma será siempre blanca y libre. Alguien que utiliza grabaciones de relatos de Dickens, que adora, para conciliar el sueño, o que se emociona escuchando las letras y la música de los boleros de Los Panchos ("espérame en el cielo corazón si es que te vas 1º"), no puede ser más que una persona muy sentimental y llena de ternura. 

Risueño o indignado, vergonzoso y fácilmente sonrojable o descarado, elogioso o afeador de conductas, indeciso o atrevido, da igual cual sea su estado, pues en él y en un momento todo es posible, que siempre extrae una sentencia o una conclusión que quedará para los anales. Como hace poco cuando dijo que las dos cosas que más miedo dan al ser humano son la locura y la muerte. Y qué decir de sus perlas de sabiduría, desgranadas muchas veces inesperadamente, pillándonos desprevenidos y a bocajarro. Gracias a él sé, por ejemplo, que los tártaros ablandaban la carne colocándola bajo las monturas de sus caballos, lo que me asombró y me produjo hilaridad en proporciones alarmantes. Y es que Ricardo hace reír incluso sin intención por su parte, sólo por la forma de decir las cosas, algo que le produce siempre un gran desconcierto, con lo que resulta aún más cómico.

Uno de los placeres que me proporcionaba era hablar sobre series de televisión de hace años y películas antiguas, de esas de las que ya casi nadie se acuerda o ha oído hablar, lo que me remontaba a mi infancia y me hacía revivir épocas ya lejanas en el tiempo.

Charlando un día descubrimos que habíamos sido clientes asiduos de Iruña, el restaurante al que acudía hace años con mi familia, y que ya no existe. Él iba con su mujer y sus amigos. Con la cantidad de sitios que hay en Madrid y qué casualidad que fuéramos a parar allí. Ambos guardábamos en nuestra memoria impresiones parecidas, entrañables, sobre aquel lugar y la persona que lo llevaba. Ambos echamos de menos todo aquello. No sería extraño que hubiéramos coincidido alguna vez, cuando aún no nos conocíamos.

Su nuevo destino se sitúa en el ámbito cultural, algo que le va como anillo al dedo, y sé que espera expectante e ilusionado su marcha a ese nuevo lugar en el que a buen seguro deleitará a los que tengan la fortuna de ser sus compañeros. Él dice categórico que no piensa abrir la boca, pero será al principio, hasta que coja confianza. Mientras tanto se dedicará a observar y a sacar sus propias conclusiones, como hace siempre, y procurará desechar lo que no le guste y aprovechar lo que sea de su agrado. Él sabe disfrutar de los placeres sencillos, de las pequeñas cosas de la vida.

Le deseo a Ricardo un futuro halagüeño. Será difícil encontrar otro compañero de trabajo que tenga su delicadeza y su sensibilidad. Es ya uno de los pocos, como antes dije, de los que ya nunca podré olvidarme. Le vamos a echar de menos.

jueves, 23 de mayo de 2013

Nuria Espert


Fue delicioso ver a Nuria Espert entrevistada por Iñaki Gabilondo en su programa, Quiero un momento, que parece pasar de puntillas por la parrilla televisiva y suele ser un placer verlo. El plató en sombra y sólo una mesa iluminada crea un ambiente que incita a la confidencia. La amplia experiencia de Gabilondo permite que sea muy hábil haciendo que la gente se sienta cómoda y conversadora.
Se notaba el afecto que ya existía entre ambos, había mucho feeling. Como no la veía hace mucho acusé el paso del tiempo en el rostro de la actriz, siempre tan terso y como de nácar, y en su voz, algo más desgastada, aunque igualmente personal y maravillosa. La recuerdo como la narradora de La edad de la inocencia, que enriqueció el film. Ahora se ha aclarado el pelo, pero siempre tuvo una melena azabache lisa y brillante preciosa.

La actriz habló de su carrera desde sus comienzos, cuando tenía 17 años y ya el mundo de la interpretación era una necesidad vital. “Tenía ese malestar… Necesitaba algo más”.

Y siempre ha sido así, nunca se ha conformado con lo ya conseguido, siempre ha necesitado dar un paso hacia adelante para avanzar en los retos que han ido surgiendo. Y lo cierto es que ha trabajado en proyectos de una calidad impresionante, representando a veces durante años una misma obra sin descanso, con los mejores directores, hasta el día de hoy, en que sigue en la brecha.

Cuenta cuando conoció al que sería su marido. Ella no pensaba casarse, porque el matrimonio de sus padres había sido un desastre, y no tenía intención de repetir la experiencia, le horrorizaba. Pero en su caso no fue así, la suya fue una unión que duró casi 40 años y que ella recuerda como algo hermoso, ahora que su marido ya no está.

Habla de su relación con Víctor García, director teatral con el que tuvo una larga colaboración profesional y una gran amistad, hasta que él falleció debido a su alcoholismo. Nuria Espert siente dolor aún al hablar de él, testigo como fue de su progresivo deterioro hasta el final, incapaz de ayudarle.

La actriz parece que siempre está interpretando, como si no pudiera dejar de hacerlo ni siquiera en su vida normal. Se expresa con la cara, con todo su cuerpo, miles de sentimientos aparecen y desaparecen en su persona sin solución de continuidad, se mezclan en un momento y terminan esfumándose para luego dar paso a otros. Y no es algo que haga a propósito, de forma impostada, le sale así naturalmente. De joven me parecía un poco engolada, quizá se le notaba más el acento catalán. Ahora me gusta más, es más rotunda, más terrenal. Nuria Espert siempre ha destacado, además de por su talento interpretativo, por su belleza y su espiritualidad. Su educación es exquisita.

También habló de su malestar por la censuraen la época de la dictadura. En una ocasión vinieron a verla dos personas por algo que declaró públicamente y que no gustó, la amenazaron y la empujaron contra una pared, sintiéndose absolutamente aterrada. Sin embargo, alguien de aquel gobierno permitió que se representara una obra de Rafael Alberti, con ese lenguaje suyo tan libre y ese erotismo, que hasta entonces había estado censurada, después de mucho rogar, que si ya se había representado más veces en otros sitios sin ningún problema, etc. De todos es sabido su ideología de izquierdas, pero no entra en muchos detalles, no le gusta hablar de política durante una entrevista en la que hay otros muchos temas más interesantes de los que tratar.

Habló de su etapa en Londres, cuando le propusieron dirigir a Glenda Jackson. Al principio no quería porque nunca había dirigido ni sabía inglés, pero su familia y amigos la convencieron, les parecía que lo raro era que no hubiera salido ya fuera de España, que se conformara con desarrollar su talento sólo a nivel nacional.

De la actriz británica dijo que era encantadora en su vida privada, pero que en el teatro resultaba durísima. Trabajaban sus hijas con ella, que eran también actrices de renombre, y las trataba muy mal delante de todo el mundo. Exigía lo máximo, de sí misma y de los demás, era muy disciplinada y no admitía tratos de favor. Nuria Espert piensa que no es necesario crear ese ambiente de trabajo, porque aunque con ello se busque la perfección no permite disfrutar de lo que se hace.
Luego dirigió allí hasta 12 óperas, pero al final quedó tan agotada y se sintió tan sola que cayó en una depresión. Hubo un momento en que no fue capaz de levantarse de la cama, dijo que se sintió como una madera que se troncha por la presión, y no podía dejar de llorar. Tuvo que volver a su casa, y la psicóloga que la trató la tranquilizó, pues ella quería cumplir con sus compromisos y creía desesperada que después de aquello ya nunca podría retomar su actividad. Afirmó que deseaba morir, que  cayese al vacío el avión que la llevaba de vuelta a su hogar. Estuvo 3 meses sin moverse de la cama, con las pastillas del tratamiento. Y salió, y regresó a a Londres para dirigir esa última ópera que había dejado a medias.

A ella le gusta más el trabajo teatral porque da lugar a la reflexión, a introducir cambios, pero en la ópera todo es histeria, como ella misma afirma, todo se hace al momento, sin posibilidad de modificaciones. Sin embargo le gustó la experiencia, y preguntada por quién es al final el que controla cómo va a ser la representación, entre director de escena, de teatro, de orquesta, responde que es éste último el que lo decide todo, y que ella nunca ha tenido problemas con ninguno salvo en una ocasión.

Volviendo a su actividad teatral, el periodista le preguntó por una ocasión en la que encarnó a varios personajes a la vez, con lo que fue muy alabada por la crítica. El periodista se admiraba por su capacidad de interpretar un mismo contenido desde varias perspectivas, cada uno con sus matices.

Gabilondo le preguntó por las distintas clases de público que existen, y la actriz hizo una diferencia entre la gente del norte y del sur en España. Los del sur no tienen reparos en mostrar sus emociones, son muy receptivos. En el norte son más reservados, sí reaccionan ante un comentario gracioso en mitad de una escena dramática, pueden cambiar fácilmente el registro y el estado de ánimo, pero el resto del tiempo casi no muestran emoción. Según ella se podría escribir un libro muy grueso con todas las clases de público que un intérprete se puede encontrar.

Habló sobre la muerte de su marido, y lo hizo con naturalidad, sin temor al dolor. Dijo que prefirió encajarlo desde un punto de vista lo más positivo posible, pensando que todavía tenía a su madre, que le duró muchos años más, a sus hijas, a su nieta, y a sus amigos.

Afirma que desde entonces no ha vuelto a ser empresaria. Nunca ha dejado de trabajar pero ya no ha vuelto a soportar esa carga, que para ella era insufrible.

El periodista comenta que ella siempre ha interpretado mujeres rebeldes, fuertes, atormentadas. Nuria Espert lo corrobora, nunca encarnó a una mujer que fuera apacible y dulce, es una actriz muy dramática.

Cuando le preguntan por la situación actual dice sentirse desolada. Ella, que solía ser optimista, se siente incapaz ahora de ver una salida a la crisis. Lo llama el tsunami, que nos está arrasando a nosotros y a tantos otros países. Ella no parece verle fin y no sabe en qué va a terminar.

Gabilondo enumera algunas de las alabanzas de que ha sido objeto Nuria Espert a lo largo de su carrera. Una voz de fuego sumergida en el agua. Un vaso de agua que puede estar helada y luego arder en un segundo. Una cabeza fría y un corazón ardiente. Realmente bajo su exquisita educación y su gran feminidad, parece que hay siempre una fuerza tremenda a punto de emerger, tras su aparente calma hay mucho carácter y personalidad.

“Mi vida no ha sido de color de rosa, como pudiera parecer. He tenido una vida con muchas oscuridades, con mucha lucha, mucho desgaste emocional”.

Al final se siente muy afortunada y dice que no todo el mérito ha sido suyo. “Tengo mucho que agradecer a mucha gente que me ha ayudado, he tenido mucha suerte”.

Esperamos que Nuria Espert aún siga haciéndonos disfrutar en los escenarios por mucho tiempo, y en las entrevistas que concede con su inteligencia, su sensibilidad y la riqueza de toda una vida que quiera compartir con nosotros.
 
 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Emma Thompson y Tindy


Su padre murió de sida y su madre y su hermana desaparecieron en 1994, durante el genocidio de Ruanda. Él, apenas un niño, fue forzado a servir como soldado en aquel conflicto. Tras aquella guerra civil consiguió viajar hasta Reino Unido y, después de muchas dudas, convenció a las autoridades británicas de que su vida corría peligro si volvía a su país. Ahora, a los 22 años, Tindyebwa Agaba se ha graduado en Ciencias Políticas por la Universidad de Exeter. Su madre adoptiva desde hace seis años, la actriz Emma Thompson, asistió emocionada a la ceremonia de graduación del joven, un rebelde con causa.

"Tengo que aceptar que el primer año fue muy difícil, el segundo ya no tanto, y el tercero ha sido pura dinamita. He pasado del pura dinamita. He pasado del infierno al paraíso en tres años", declaró Tindyebwa, que llegó a Reino Unido en 2003 con 16 años y escasos conocimientos de inglés y que ahora quiere obtener un máster en Legislación sobre Derechos Humanos en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos.

En la ceremonia de graduación estuvo arropado por toda su familia adoptiva: no sólo Emma Thompson, sino el marido de la actriz, Greg Wise, su hija Gaia y su madre, la también intérprete Phyllida Law.

"Lo que ha conseguido es increíble. Se ha adaptado fantásticamente a pesar de que no sabía mucho inglés. Tuvo experiencias horribles y al final consiguió venir a Reino Unido tras un sufrimiento tremendo. Es un chico encantador", declaró Thompson, orgullosa. Tindy, como se le conoce, "ha logrado una excelente graduación y Exeter le desea mucha suerte en su futuro trabajo académico", declaró el profesor Tim Dunne, responsable de la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Exeter.

Marcado sin duda por su experiencia vital, Tindyebwa Agaba ha mostrado desde su llegada a Reino Unido gran inquietud política. En marzo pasado criticó "la patética cultura del famoseo" que cada vez ocupa más a los medios británicos. Y no sólo británicos...

Tindy ha optado por consagrarse a denunciar injusticias. Siempre con su madre, embajadora de Ayuda en Acción, al lado. El año pasado pasaron una semana en Libia, donde ella llamó la atención sobre los derechos de las mujeres y él departió con otros niños soldados.

Nunca son viajes precipitados en busca de la foto, sino inmersiones en la cultura del país que les ayuden a comprender cómo pueden mejorar la situación. El domingo pasado, The Sunday Times publicó fotos de los dos y extractos del diario personal de Thompson en Myanmar, la antigua Birmania, que recorrieron en autobús comarcal y hasta carro de bueyes. A su paso por Yangon coincidieron con la Nobel de la Paz y líder de la Liga Nacional por la Democracia, Aung San Suu Kyi. “Una mujer sensata, divertida, carismática y discreta”, describía la actriz. 

(Artículo publicado en XL Semanal el 29/04/2012)

martes, 21 de mayo de 2013

Eurovisión


No pensaba verlo, pero como me puse a hacer zapping y no había nada que me gustara, terminé viendo el festival de Eurovisión, después de muchos años sin echarle un ojo. Y no me defraudó. Tras episodios lamentables como aquella ocasión que nos representó Chikilikuatre, que con ese nombre ya echaba para atrás, mi interés por un certamen que en tiempos cautivaba la atención general y que después ha decaído en calidad, ha ido menguando en la misma proporción.

Sin embargo el otro día tuve una grata sorpresa. Cuando empecé a verlo ya habían cantado 7 participantes de los 26 que se presentaban. Me gustó mucho la puesta en escena, con esos juegos de luz y color. El público que estaba de pie rodeaba un escenario con formas serpenteantes, que permitía que algunos de los cantantes aprovecharan para acercarse a la gente.

Los asistentes tenían pulseras fosforescentes que cambiaban del rojo al azul cada cierto tiempo, y otros objetos luminosos en las manos que, en la oscuridad producían un efecto mágico. Las luminiscencias que caían del techo sobre el escenario, y varios atrezzos que aparecieron y desaparecieron con gran presteza, según lo requiriera la canción de turno, me parecieron muy creativos y originales. El conjunto era de un gusto extraordinario.

No así la puesta en escena de algunos de los concursantes. El representante de Rumanía me horrorizó, cantando con voz masculina hasta que al poco de empezar cambió el registro y pasó a poner voz de mujer chillona. Su atuendo negro destellante, con gran despliegue de gasas rojas que ocupaban buena parte del escenario, movidas por potentes ventiladores, me hizo pensar en un espectáculo para transexuales.

Los griegos no se quedaron atrás, con sus faldas pantalón y sus saltitos, mientras tocaban instrumentos de música tradicionales de su país. Menos mal que al resto de participantes no les dio por montar coreografías regionales.

El resto no estuvo nada mal. Holanda fue la más melódica, con una canción envolvente y melancólica interpretada por una sonriente cantante madurita de ademán suave que había compuesto las letras. Los demás participantes oscilaban entre los ritmos más festivaleros y la música dance y house más discotequera.

La representante de Alemania, una valquiria rubia con un vestido dorado, muy potente y con buena música y voz, fue apenas votada después, en un claro intento de boicotear a un país que ahora mismo no cuenta con las simpatías de casi nadie en Europa. Me pareció vergonzoso que se utilice un acontecimiento lúdico, donde de lo que se trata es de premiar el talento musical y pasar un buen rato, como arma política. En realidad es algo que viene pasando desde tiempo inmemorial, pero ahora es aún más patente. Dónde está la imparcialidad.

Que quedáramos nosotros en penúltimo lugar, consiguiendo mucho mejor puesto el horrible representante de Rumanía al que antes hice alusión, fue algo vergonzante e injusto. La cantante de El sueño de Morfeo es muy sosa, y lució un vestido ampuloso y amarillo chillón que no le favorecía nada, pero la canción que presentó y su voz no merecen ocupar un puesto tan bajo. Países cercanos que tradicionalmente nos votaban como Francia e Italia esta vez hicieron mutis por el foro, y la ausencia de Portugal en el certamen no ayudó precisamente a que consiguiéramos subir en el ránking.

Bonny Tyler en representación del Reino Unido estaba casi irreconocible, convertida en una señorona opulenta, lejos ya de su imagen de cuero negro y su voz desgarrada que tanto nos gustaba. Pocos son los que permanecen fieles a sí mismos con el paso de los años, y ella no es una excepción.

Me gusta que los telespectadores podamos votar ahora con SMS. Mi intención era votar a Irlanda, que fue la última que cantó, y que resultó ser también la última del ránking de votaciones. Se trataba de no votarnos a nosotros mismos, y además me gustaban más otras canciones que la nuestra.

Que ganara Dinamarca me pareció justo. Una chica tan joven y bella, con una puesta en escena tan sencilla y original, dos acompañantes vestidos de soldados antiguos, uno tocando el tambor y otro el tambor y una flauta dulce, la voz de ella tan bonita y una música tan especial, de esas que después se quedan en la memoria y no puedes dejar de tararear, eran ingredientes suficientes para que se alzara con el triunfo.

Jose Mª Iñigo como comentarista no me terminó de gustar. Al principio no reconocía su voz y me preguntaba quién sería ese narrador que hacía comentarios en un tono tan poco usual, como si estuviera hablando con un vecino y no en un programa que estaban viendo millones de personas. Quizá no consigue adaptarse a los nuevos tiempos, o ha perdido soltura tras muchos años sin trabajar en televisión.

La representante de Ucrania llegando al escenario en brazos de un gigante de 2,43 metros, uno de los hombres más altos del mundo según dijeron, me pareció una horterada típica de estos festivales, en los que se quiere a veces hacer alardes de imaginación para sorprender al público y lo que se consigue es mover a la risa.

El de Italia, que comentaban que era uno de los favoritos y muy popular en su país, me pareció muy convencional. Cantó como suelen hacerlo los italianos, y su peinado tan rococó recordó al que lucieron otros muchos cantantes del festival. Quizá el peluquero encargado de los estilismos capilares debería haber hecho un esfuerzo imaginativo. Además el italiano puso una cara muy rara, despectiva diría yo, cuando supo que España le había votado. Era un poco chulito y fantasma, algo también muy típico de su país.

Lo que me pareció que sobraba fue el despliegue de símbolos autóctonos para cerrar el festival, a medio camino entre el autobombo y el guiño humorístico: figurantes disfrazados de botella de leche, de vaca lechera, de chocolate, de pastora y no sé cuántas cosas más. Si se celebrara aquí en España tendríamos que sacar entonces al toro, la bailaora flamenca, la paella y la tortilla de patatas. Muy típica de festival la ocurrencia, pero en estas cosas tendría que verse una evolución que superara las moñeces del pasado.

Eurovisión dejó paso a la añoranza cuando concluyó la retransmisión con la imagen y la sintonía que ha usado siempre desde que comenzó a emitirse. Es también su seña de identidad. Fue, en fin, un acontecimiento que merecía la pena ser visto. Quizá no levante la expectación de hace décadas, pero es también por la multiplicación de canales y ofertas visuales que ha diversificado considerablemente las preferencias. No sé si acudiré a la cita del próximo año, puede que sí, renació mi interés, me pica la curiosidad.

lunes, 20 de mayo de 2013

La final de la Copa del Rey


Estuve viendo el otro día la final de la Copa del Rey, porque mi hijo lo puso en la televisión, cuando el encuentro estaba casi mediado, pero no hacía falta haber presenciado mucho más para darse cuenta de lo antideportivo que se ha vuelto el fútbol, que hace años atraía a unas masas que lo disfrutaban de manera sana, y hoy en día parece que sirve sólo de válvula de escape de los peores instintos de cierta parte de la sociedad.

Desde medio día invadían los hinchas mi barrio, aunque no se jugaba el partido en el estadio del Atlético de Madrid, pero querían estar junto a lo que ellos llaman "El Templo". Los veía cuando regresaba del trabajo, venga a gritar, a cantar, a beber, a tirar cohetes. Y que todo eran tíos, no había allí ni una sola mujer. Qué curiosas diversiones que parecen ser exclusivas del género masculino. Me imagino que son los que no consiguieron entradas para verlo en vivo y en directo, los pringaos que se quedan fuera y que van luego dando la matraca.

Luego el encuentro en sí mismo me pareció muy original, pues nunca había visto a un entrenador expulsado del campo y castigado como un niño pequeño en el vestuario por mal comportamiento, donde sin duda estaría rumiando su pataleta, y más al saber al final que su equipo había perdido. Mourinho se presentó después ante los medios de comunicación como una manta mojada, tras haber sido grosero y agresivo durante el partido, con los ojos tristes y medio llorosos, diciendo que había fracasado en su cometido toda la temporada, para pasar a afirmar a continuación que tenía firmada su permanencia por 3 años más. La lógica del deporte rey se me escapa.

Los jugadores no bajaron el ritmo en ningún momento, por lo que el encuentro no decayó ni resultó aburrido hacia el final, como suele pasar tantas veces, pero la clase que deberían tener jugando unos señores que cobran las millonadas que cobran éstos brillaba por su ausencia en más de una ocasión. Esa forma de hacer perder el equilibrio al contrincante atacándole por detrás, o la manía de meter malamente la pierna para robar un balón y, de paso, poner la zancadilla sin pudor, esas cosas son incalificables en los tiempos que corren. Hay maneras mucho más hábiles y elegantes de quitar un balón, pero parece que dar un buen espectáculo consiste hoy en día en hacer sangre al contrincante, ser eficaz es ser fullero.

Me dio la impresión de que el entusiasmo que solía haber en este campeonato se ha visto muy mermado, quizá porque la figura del Rey esté puesta en entredicho últimamente. El monarca estaba acompañado por su mujer, que de todos es conocida su poca afición al fútbol, aunque es de imaginar que era ocasión de acompañarle para reforzar su imagen pública y para ayudarle dada su escasa movilidad con tantos achaques y operaciones.

Sobre el tiempo que llevaba el Atlético de Madrid sin ganar una Copa del Rey nadie se ponía de acuerdo: los locutores que retransmitieron el encuentro decían que 17 años, los jugadores a los que se les iba preguntando una vez acabado el partido afirmaban que 14, algunos de los hinchas que también fueron interpelados sobre el asunto declaraban que 15. Tantos han sido, en fin, que ya nadie lo sabe decir con seguridad.

Medallas para los perdedores y copitas que parecían de juguete para los ganadores, además del trofeo con el que hicieron el posado habitual, después de zarandearlo de aquí para allá por todas partes. Todo lo que se hizo respondía a una parafernalia muchas veces repetida, que admite pocas variaciones, y que ya termina por cansar. Manteo al entrenador, manteo a otras tantas personas, incluído un señor bajito que parecía un masajista. Que te manteen, por lo que se ve, es buena señal.

La prepotencia del Real Madrid cayó totalmente en picado cuando se vio derrotado. Y es que nada se debe dar por descontado. También es cierto que luego los vencidos tuvieron palabras de elogio para los vencedores. Antes de todo eso se había estado preparando la zona de La Cibeles con vallas, megafonía y demás preparativos, mientras que en Neptuno se habían limitado a poner las vallas y poco más. Absurda esa costumbre de invadir y amenazar la integridad de estatuas emblemáticas de Madrid que nada tienen que ver con acontecimientos deportivos y sí mucho con la Historia de nuestra ciudad.

En fin, visto desde fuera, desde el punto de vista de alguien como yo que no es aficionado al fútbol y que padece desde siempre los inconvenientes de vivir al lado de un estadio, es todo un poco incomprensible y lamentable. Tendrá que ser así.

 
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